El 3 de diciembre de 1994 marcó un hito en la historia de los videojuegos: la llegada de la PlayStation en Japón. Sony desplazó a gigantes como Nintendo y Sega, consolidándose como líder del mercado, un dominio que sigue vigente hasta hoy.
Mientras que actualmente muchos consideran si merece la pena incluir la costosa PS5 Pro en su lista de regalos navideños, hace 30 años la decisión era más sencilla: si querías una consola, tenía que ser la revolucionaria PlayStation de Sony. Cada década de los primeros 30 años de los videojuegos tuvo su consola emblemática. En los setenta, Atari marcó la pauta. En los ochenta, Nintendo tomó el protagonismo. Y en los noventa, fue la PlayStation —o PSX, como se la conocía durante su desarrollo— la que se convirtió en sinónimo de innovación.
La revolución de Sony
La PlayStation no solo fue pionera en ventas, alcanzando los 100 millones de unidades vendidas, sino que redefinió la industria. Títulos como Ridge Racer catapultaron a Sony a la cima, dejando atrás a Nintendo y Sega, los veteranos del sector. Este éxito inspiró a Microsoft a ingresar al mercado con su propia consola años más tarde. La generación que creció con Nintendo en los ochenta encontró en la PlayStation una propuesta más madura, equipada con gráficos 3D avanzados y un sonido excepcional.
Cuando la PlayStation debutó en Alemania en septiembre de 1995, muchos impacientes ya habían recurrido a importaciones desde Japón, incluso viajando directamente para adquirir la consola. Más tarde, gracias al auge de Internet, minoristas como Lik-Sang, con sede en Hong Kong, facilitaron el acceso global. Además, la diferencia entre las normas televisivas (NTSC en Japón y Estados Unidos frente a PAL en Europa) y el retraso en el lanzamiento de algunos juegos hicieron que las versiones importadas fueran más atractivas para los fanáticos. Juegos como Resident Evil 2, que enfrentaron censura o ediciones limitadas en Europa, fueron otro incentivo para esta práctica.
Innovación accesible
Aunque no fue la primera consola de su generación —el Sega Saturn se lanzó unos días antes—, la PlayStation marcó la diferencia al hacer casi todo bien. Con un precio competitivo de 299 dólares en Estados Unidos (en Alemania comenzó a 599 marcos, luego bajó a 399), se enfocó exclusivamente en ser una máquina de juegos, evitando las funciones multimedia que caracterizaban otros dispositivos de la época.
Su capacidad para usar discos CD-ROM representó una revolución. Mientras los CD-ROM comenzaban a ganar terreno en los ordenadores personales, Sony los aprovechó para crear experiencias de juego más ricas, con gráficos avanzados, pistas de audio originales y secuencias de video. Algunos discos incluso podían reproducirse en reproductores de música, permitiendo disfrutar de bandas sonoras icónicas como las de WipeOut, que incluían artistas reconocidos como The Chemical Brothers y The Prodigy. Esto fue posible gracias a que Sony también era un gigante de la industria musical.
El nacimiento de nuevos géneros
La PlayStation dio lugar al auge de los juegos musicales como un género propio. Desde títulos adorables como Parappa the Rapper, pasando por Beatmania con su controlador de vinilos, hasta Dance Dance Revolution con su alfombra de baile, Sony introdujo una nueva forma de interactuar con los videojuegos. Más tarde, Guitar Hero y DrumMania añadirían guitarras y baterías al repertorio, transformando las salas de estar en escenarios musicales.
El lado oscuro del éxito
Una característica que no puede pasarse por alto fue la facilidad para copiar los juegos de CD-ROM, algo imposible con los antiguos cartuchos. Aunque la consola incluía mecanismos de seguridad para verificar la autenticidad de los discos, pronto se encontraron maneras de sortearlos. Inicialmente, se usaba el “truco del intercambio”, colocando un disco original durante la verificación y luego reemplazándolo por una copia. Más adelante, los chips de modificación (mod-chips) ofrecieron una solución permanente, permitiendo a la consola leer copias sin restricciones.
Si bien esta práctica impulsó las ventas de la consola, también representó un desafío para los desarrolladores. Muchos adquirieron la PlayStation por su accesibilidad económica y, aunque los juegos copiados requerían hardware adicional como grabadoras de CD y ordenadores, esto no detuvo a quienes buscaban disfrutar de títulos a bajo coste o incluso gratis.
Legado imborrable
Hoy, 30 años después, la PlayStation sigue siendo sinónimo de innovación y calidad en el mundo de los videojuegos. Su impacto no solo transformó la industria, sino que también marcó a generaciones enteras de jugadores que encontraron en ella algo más que entretenimiento: una experiencia inolvidable.
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